Te invito a estar en mi vida sin pretender que te quedes para siempre.
Te invito a permanecer a mi lado sin incitarte a que firmes un contrato de pertenencia.
Te invito a que me acompañes en mi viaje de sueños sin que te sientas obligado a seguir soñando conmigo.
Te invito a mirar el sol ocultándose en un atardecer sin tener necesariamente que sentir el mismo éxtasis que yo.
Te invito a levantar los ojos al cielo para agradecer a Dios sus bendiciones sin que eso te involucre a tener un mismo credo.
Te invito a correr tomado de mi mano por el parque sin pretender que te mojes con el mismo rocío.
Te invito a remar cuesta arriba en el río de la vida sin exigirte que tomes un remo para ayudarme, sólo quiero que me entiendas, que cuando digo que tengo mis brazos cansados de tanto remar sola, lo comprendas y no lo cuestiones.
Te invito a la función diaria del circo de esta vida, sin implicar que esto te cause gracia; al ver tantos payasos vestidos de personas honorables y santas.
Te invito a mi corazón esperanzado de cambiar el mundo, sin que esto te implique a ti decir gracias, lo siento, te quiero, perdón, ¿me necesitas? ¡estoy aquí! eres muy importante para mí.
Te invito a que me oigas dar gracias a Dios, por haber enviado a Su Único Hijo al mundo a morir por mis pecados en una cruz, sin que esto te obligue a juntar tus manos y orar.
Te invito a sonreírles a los niños sin hogar, a los discapacitados, a besarlos y a amarlos, sin que te sientas en la obligación de darles una limosna de tu tiempo y de tu dinero.
Te invito a desplegar las alas de la fantasía, sin que ello te obligue a volar en mi misma dirección.
Te invito a cantar una canción, sin que eso te obligue a aprender la letra ni la melodía de memoria.
Te invito a entrar a mi corazón, sin que te sientas presionado a quedarte a vivir en él.
Te invito a mirar juntos el futuro con esperanza, sin pretender con ello que tengas mis mismos objetivos.
Te invito a entrar en mi memoria y recorras mi pasado, sin que necesariamente me cuestiones ¿porque no estabas ahí?
Te invito a que leas mis poemas de amor, sin que necesariamente debas darme una opinión sobre ellos.
Te invito a que seamos uno, pero en dos cuerpos, sin usurparnos, sin asfixiarnos, sólo amándonos.
Y por último, te invito a que camines a mi lado, ni adelante para que me hagas sombra, ni detrás para que te sientas rezagado.
Si estás de acuerdo… aquí tienes mi mano. ¡Tócame, rózame! Que no me iré de tu lado.
Autora: Libia Beatriz Carciofetti// Argentina
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